Artículo original aparecido en Considerando (verano 2007) – Revista del Iluestre Colegio de Abogados de Lucena
Hace veinte años la posesión de un ordenador en un bufete de abogados o en cualquier organismo o entidad con necesidades administrativas, era una anécdota; ya que las capacidades de los mismos, unido a sus elevados precios no los hacia funcionales para las necesidades reales. Al pasar los años, con el abaratamiento de la producción de microprocesadores y de todos los periféricos, la posibilidad de la compra de un ordenador empezaba a ser más que una anécdota. A la vez que los productos tecnológicos se abarataban, la capacidad de los mismos era cada vez mayor y por lo tanto la capacidad del software que se ejecutaba sobre ellos, más amplia. Las posibilidades se hacían cada vez mayores y en pocos años comenzaron a hacerse más y más populares programas de tratamiento de textos, hojas de cálculo y bases de datos.
Sin embargo, el momento que quizás supuso un mayor impulso debido a las posibilidades que planteaba fue no ya la creación, sino la popularización de Internet en España. Aunque con retraso, como siempre que se trata de algo tecnológico en este país, Internet llegó a España y el abaratamiento de las líneas supuso un increíble aumento en el número de clientes conectados por todo el país. A pesar de que las primeras tasas de conexión no permitían una gran cantidad de servicios, el correo electrónico principalmente, fue por así decirlo la punta de lanza de Internet y en poco tiempo miles de bufetes en todo el país disponían de su propio correo electrónico con el que intercambiar información en tiempo real, con un coste nulo y con una rapidez casi instantánea. La comunicación se podía establecer entre dos puntos del planeta en un tiempo récord, con una facilidad realmente grande y lo que es más importante, de una manera totalmente transparente y sin depender de terceros, al menos de forma aparente.
Antes y después del correo electrónico, muchas otras tecnologías han ayudado, ayudan y ayudarán a todos los profesionales del mundo. En este artículo nos centraremos en las tecnologías que más ayudan a la abogacía y de qué manera lo hacen, comentando tanto sus ventajas como sus inconvenientes y comentando a su vez, lo que el futuro pueda depararles.
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