La comprensión del modelo de análisis para la interacción madre-niño es de suma importancia para el tratamiento de niños como Colin y no puede reducirse a un modelo simplista lineal de causa-efectos, para tal fin los teóricos especialistas que nutren de conocimientos a los terapeutas especializados, se apoyan para el análisis en la teoría de los sistemas con el objeto de ofrecer un modelo adecuado para analizar la complejidad de las interacciones madre-niño, así como para comprender cómo se desarrolla la estructura psíquica del niño.
El desarrollo del infante avanza a través de la sucesiva adquisición de estados de equilibrio del sistema personalidad que a través de un paso hacia delante en el desarrollo de uno u otro de los componentes del sistema, implica la necesidad de una reorganización en la personalidad.
La modificación del estado de equilibrio también puede verse modificado por una contingencia proveniente del interior de diada madre-niño como también proveniente de los intercambios con el entorno. Los diferentes estados de equilibrio derivados de lo que estamos denominando contingencia y que proviene de las patologías de la relaciones de objeto y de los factores analizados en apartados anteriores relacionados a traumas, que implican la existencia de un componente emocional crítico, como hemos podido percatar en el relato del caso de Colin y sus respuestas emocionales.
Estos estados emocionales, que estarían dentro de la definición general que expresamos en el documento Teoría de la personalidad, como aspecto predominante y que es la respuesta emocional característica de la estructura del carácter frente a hechos de características especiales, inducen a que actúen medidas defensivas como la disociación por ejemplo y a realizar compromisos internos y tratar de manipular el ambiente de alguna manera, como una forma para alcanzar una autoreorganización frente a la contingencia.
Para que el sistema personalidad pueda funcionar de forma equilibrada y bajo los lineamientos de las funciones ejecutivas y la voluntad o sea de la estructura superior de la personalidad, el evento contingente debe cohesionar con el conjunto de contenidos previos, tal como analizamos en el apartado múltiples estados del ego, al respecto de las experiencias que por disociación quedan desconectadas de los contenidos experienciales biográficos.
Si esto no se lleva a cabo, como por ejemplo mediante un tratamiento como el recibido por Colin, estos niños no pueden desarrollar la capacidad de reflexionar sobre sus acciones y por lo tanto no comprenden los vínculos que unen las emociones con las conductas y consecuencias de los actos y por lo tanto no desarrollan la capacidad de hacerse responsables de sus acciones en el futuro y por lo tanto su conducta se torna compulsiva y reactiva a las provocaciones percibidas del entorno.
Esto facilita que se conformen en su carácter respuestas emocionales defectuosas y que queden a merced de esas respuestas emocionales y de la intensidad que asumen estas emociones, sin posibilidad de regularlas a través de las funciones ejecutivas. La función normal de las emociones es la de servir como señales o alarmas frente a vivencias y como hemos señalado en varias oportunidades en este documento, se gesta esta capacidad en las sucesivas interacciones con la madre y con la colaboración de su aspectos emocional y su capacidad de contención para que el niño aprenda a regular las emociones y tomar contacto con ellas y poder entender su significado.
El juego es un factor fundamental en el desarrollo del niño porque ayuda al reconocimiento de su realidad psíquica en contraste con el mundo externo, ya que facilita en el niño el proceso de la simbolización y verbalización de las emociones. El juego permite la expresión de deseos, miedos, sensaciones y fantasías del niño, así como la expresión del entendimiento de su mundo externo y poder comprender los sentimientos asociados a los eventos que esta viviendo.
Si en el ámbito terapéutico el especialista puede ayudar al niño a crear este espacio de juego, colabora en que pueda otorgar sentido a las emociones y darles significados y reflejar las experiencias y los estados emocionales.
Cabe señalar que desde el punto de vista neurológico, la ausencia de verbalización acrecienta la tendencia a respuestas automáticas subcorticales de temor, en la infancia temprana el cerebro es aún plástico y la regulación de las emociones puede desarrollarse fácilmente y de una forma que no se vuelve a tener nunca más en la vida y en caso de evidenciarse síntomas, un terapeuta especializado es capaz de sintonizar sus emociones, de dotarlas de significado y facilitar que pueda controlarlas.