Múltiples estados del ego

En este modelo, los procesos del ego consciente se entienden como relaciones o diálogos con las figuras parentales internalizadas cuando se logra la constancia objetal y posteriormente. Antes del desarrollo del lenguaje formal, los bebés y niños aprenden significados e intenciones transmitidos por gestos y tonos de voz, en síntesis, variables y aspectos inconscientes que en realidad transmiten al niño el clima generado por la interacción familiar. Lo que se internaliza, más que objetos como comúnmente se estudia o relaciones de objeto, son procesos relacionales inconscientes que permiten la asimilación del clima familiar y de aspectos relacionados a las características de familia, de su historia y sus aspectos inconscientes familiares.

Como vimos en el apartado Trauma y Disociación los entornos abusivos y negligentes generan estímulos y aspectos que afectan la sensibilidad del niño fomentando la disociación patológica y produciendo que el niño no cuente con ayuda y recursos para verbalizar esas experiencias y asimilarlas a los contenidos experienciales personales, produciendo una fragmentación del ego consciente. Estos procesos patológicos afectan la conformación de la identidad, la autopercepción y el autoconcepto.

Si bien entre los contenidos relacionados al trauma puede haber recuerdos perdidos, es rara la amnesia total y normalmente se preserva cierta capacidad para la autopercepción de una situación traumática.

El modelo de los múltiples estados del ego describe afectaciones en tres aspectos del desarrollo de la personalidad para casos de disociación traumática:

  • El rol de la persona y su conducta hacia los demás
  • Las funciones finas del ego como la síntesis y la integración
  • La capacidad de autorreflexión

El ser humano expuesto a situaciones traumáticas puede tener un repertorio predecible de conductas de respuesta a esas condiciones negativas de ataque hacia su persona, estas pueden ser la parálisis, la sumisión total, la huida y la lucha.

A nivel de los mamíferos existen diversas respuestas según la especie que se trate, la respuesta dominante al ataque de un depredador es la parálisis, el animal supone que la ausencia de movimiento lo hace invisible o simula ser una presa muerta, este tipo de respuesta defensiva se acompaña de aspectos somáticos como aumento de las pulsaciones cardiacas, la presión sanguínea, respiración agitada, tensión muscular.

Otra respuesta defensiva típica es la sumisión total, que afecta de forma distinta a nivel somático, con bajo nivel de pulsaciones, puede incluir el síncope, poca tensión muscular, eludir la mirada al foco de agresión, respuesta esta última, que puede ser común en niños con padecimiento de traumas, el no dirigir la mirada cuando se les habla.

También puede manifestarse la respuesta de escape en que el animal agredido huye de la situación que percibe peligrosa y por último el ataque al depredador como respuesta defensiva para contrarrestarlo.

Las respuestas típicas mencionadas para la generalidad de los mamíferos van a ser las mismas que podrá adoptar una persona que haya sufrido un trauma en la infancia ante una re experimentación de la situación en otras etapas de la vida y va a estar determinada dicha respuesta por una combinación de los rasgos de personalidad de base genética como también por el aprendizaje de situaciones defensivas que haya asimilado a la estructura de su carácter para evitar el hecho percibo como amenaza.

La respuesta defensiva característica se expresara dentro del contexto de la afectación de las tres características de personalidad que en líneas anteriores indicamos que son afectadas por un trauma. Por lo tanto esta respuesta influirá en el rol y en los actos que dirija hacia los demás y en como los perciba, esta respuesta podrá ser en determinadas circunstancias desajustada y con inconvenientes para ser integrada armónicamente al conjunto de funciones del ego consciente y podrá no ser un acto que haya sido reflexionado adecuadamente o que sea expresado con intervención de las funciones ejecutivas de la estructura superior de la personalidad.

En síntesis, el sistema de defensa propio del núcleo instintivo afectivo de la personalidad se ve afectado y posiblemente traspasando su función esencial de supervivencia y autoconservación para influir sobre estratos superiores de la personalidad de forma desequilibrada y permitiendo la activación de forma impulsiva de respuestas defensivas en vivencias experimentadas que sean asociadas al evento traumático o por reminiscencia de estados afectivos desplacenteros relacionados al trauma, que se proyecten a esas situaciones vivenciadas en el presente y bajo la influencia de los contenidos disociados en la infancia.
Estos factores podrán influir en la conformación de respuestas rígidas, estables y desadaptadas que se asimilen a la estructura del carácter, integrando lo que definimos en el documento Teoría de la personalidad, como un aspecto predominante en el aspecto emocional sensorial. Se constituye así en un aspecto que, como fue señalado en el documento Origen de los trastornos de la personalidad, predispone a su etiología.

En los casos señalados el psicoterapeuta tiene que ayudar a las personas afectadas a potenciar la característica natural que posee la psiquis de integrar elementos aislados a un todo coherente y funcional, que permita un estado de conciencia equilibrado, placentero para la persona que sufrió un trauma en su niñez y adaptado al medio y la sociedad. Para tal fin mediante su técnica terapéutica busca que esos contenidos contingentes para la persona, sean integrados debidamente al conjunto de creencias que sustentan su visión de sí mismo, la vida y el mundo, con el objeto de disminuir el impacto persistente del dolor y sufrimiento experimentado que desde época temprana marco su personalidad y que se encuentran también asociados a creencias irracionales.

En la asociación del trauma con creencias irracionales interviene la influencia del aspecto ideal y de las creencias y costumbres compartidas y aceptadas por la sociedad, cuando analizamos las respuestas típicas de defensa en mamíferos, fueron identificadas aquellas que tendría una persona con efectos postraumáticos, como rasgo típico de su sistema de defensa asentado en el núcleo instintivo afectivo de la personalidad, que sería la misma respuesta que tiene todo ser humano bajo los efectos de una situación límite o peligrosa.

Cabe señalar que el tipo de respuesta que difiere de la fuga o el ataque defensivo, que implica el enfrentamiento con el agresor o la frustración de sus objetivos, tiene una carga de impotencia que impacta con un contenido afectivo adicional de relevancia y que puede despertar la influencia de emociones reivindicatorias como respuesta adicional, que impulse a la venganza como objetivo de auto aceptación o incluso al suicidio.

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