Estructura superior de la personalidad

Hablamos en anteriores documentos de la tectónica de la persona y de la existencia de un estrato superior de la personalidad constituido por el aspecto mental y la voluntad cuya actividad tiene por objeto los procesos psíquicos rectores o superiores de la personalidad, también describimos los procesos inferiores o primarios, con asiento en la funcionalidad del cuerpo físico y del aspecto emocional sensorial o alma humana.

Para una adecuada funcionalidad equilibrada de la personalidad, es necesario que exista un adecuado equilibrio jerárquico en el conjunto persona, entre, la actividad de los procesos rectores o superiores sobre la actividad de los procesos inferiores o primarios, pero sin perder contacto con la actividad de estos , como analizaremos mas adelante en este documento.

Esto implica que mediante nuestra voluntad, nuestro entendimiento y razonamiento mental debemos tomar contacto, identificar, adecuar y de ser necesario autocontrolar las necesidades físicas y los estados afectivos y emocionales, sin llegar a reprimirlos o negarlos conscientemente, porque esto implicaría que se conformen las bases para un conflicto psíquico, ya que de manera inconsciente, estarían presentes en nuestra personalidad y buscarían caminos alternativos de expresión que seguramente configuraran un desvío al respecto de su expresión natural.

También analizamos la necesidad de un marco de referencia moral respecto al cual referir nuestra conducta externa y nuestra expresión interna y que estaría integrado en nuestro aspecto ideal y en nuestra visión del mundo.

Los procesos rectores o superiores dentro de la jerarquía constitutiva de la persona cumplen entre otras cosas, la función de que la personalidad no este gobernada desequilibradamente por la presión de estados emocionales o necesidades primarias, como ocurría en las etapas de la evolución humana en donde estos procesos no estaban desarrollados en el ser humano y el comportamiento humano primitivo tenia rasgos cuasi animales, que gradualmente fueron disminuyendo a medida que el desarrollo mental se fue incrementando.

Pero esto no implica bajo ningún concepto que la actividad de los instintos, tendencias y la actividad emocional deba no dejarse fluir o expresar, sino que esa preponderancia tiene que ser equilibrada en la persona, ya que forma parte de la personalidad, porque el desenvolvimiento humano lo necesita.

Aquí se hace necesario llegar a una definición del concepto de equilibrio que intentaremos definir. Consideramos inicialmente que la personalidad puede analizarse como un sistema y dentro de esta consideración el equilibrio seria:

  • La adecuada influencia mutua, interdependencia y cohesión fluida de las partes constitutivas de la personalidad, que permita una readaptación y un reacomodamiento dinámico, frente a las exigencias del ambiente y las vivencias internas subjetivas.

Esas partes mencionadas corresponden a los aspectos analizados en los documentos anteriores en que puede dividirse para su entendimiento la personalidad :

  • Núcleo instintivo afectivo y temperamento,
  • Aspecto emocional sensorial
  • Aspecto mental y voluntad
  • Todos los constructos psicológicos que integran la visión de nosotros mismos, los demás, el mundo y la vida, la percepción de nuestras capacidades, nuestro aspecto ideal y los aspectos inconscientes.

Por lo tanto, el equilibrio debe establecerse entre lo mental, emocional sensorial, físico y en el aspecto funcional de todo el conjunto persona.

Sin embargo el aspecto que mas influencia el estado de equilibrio es la calidad del clima interno derivada de nuestros pensamientos, sentimientos y emociones, que como analizamos en el documento anterior, conforma un campo de energía psíquica, que nos vincula por afinidad a determinados elementos y que influye en la elección del estilo de vida posible que podamos alcanzar e incluso en el tipo de comportamiento emocional y funcional de la personalidad.

En relación al clima interno, podemos considerar que existe una correlación en función de los factores que lo definen en un ser humano y el establecimiento de una personalidad equilibrada. Como vimos en el documento teoría de la personalidad, los factores que definen el clima interno son:

  • Grado de Sutileza – Densidad, en función de su cercanía a los físico
  • Grado de Positividad – Negatividad, en función del bienestar o perjuicio general que provoca a nosotros mismos a los demás o al ambiente.

Afirmando que, cuanto mas matices sutiles y positivos tenga el clima interno de un ser humano mas tendera su personalidad a un adecuado equilibrio funcional y viceversa, cuanto mas matices densos y negativos, mas dificultad tendrá la persona para lograr un adecuado equilibrio funcional en su personalidad, por lo tanto podemos definir que, como el clima interno resultante en un ser humanos depende de la calidad de los pensamientos, sentimientos y emociones, a través del trabajo voluntario interno en sutilizar y alcanzar mayor positividad en ellos, se alcanzará como objetivo un mayor equilibrio funcional psíquico que determina un mayor grado de salud mental de un ser humano.

Por ejemplo, existen investigaciones que indican que una de las áreas de vida en que influyen los procesos psicológicos es en la salud y específicamente a través de las emociones. Tanto las emociones positivas como por ejemplo alegría, buen humor, optimismo, como las negativas de ira, o los estados afectivos derivados de la ansiedad y el estrés, influyen en la salud física y psiquica.

La positividad o negatividad de las emociones depende de la evaluación que la persona haga del estímulo que las genera, es decir, del significado que le dé a la vivencia y de la respuesta de afrontamiento que genere ante este estimulo.

En función de los documentos que venimos analizando, dependerá de lo definido como horizonte de expectativas futuras e incluso de la visión del mundo, los demás y uno mismo que tengamos.

El psicoinmunólogo Robert Ader se dedicó a investigar, como influyen ciertos procesos psicológicos como las emociones en la salud (USA, 1974). Es así como nace un nuevo campo de investigación, la Psiconeuroinmunoendocrinologia (PNI), que estudia los vínculos que existen entre el sistema inmunológico y el sistema nervioso central.

Su mismo nombre reconoce las relaciones entre mente, sistema neuroendocrino ( que incluye el sistema nervioso y los sistemas hormonales) e inmunología, que se refiere al sistema inmunológico.

Según Ader, hay una infinidad de modos en que el sistema nervioso central y el sistema inmunológico se comunican a través de sendas biológicas que hacen que la mente, las emociones y el cuerpo no se encuentren separadas, sino íntimamente interrelacionadas y ligadas funcionalmente dentro del todo que conformamos como seres humanos.

Basándose en esto, se ha establecido la hipótesis de que el estrés y las emociones negativas, como la ira, la ansiedad y la depresión, podían ser la causa de ciertas enfermedades.

Las investigaciones no han arrojado datos clínicos suficientes hasta el momento como para establecer una relación causal directa, pero sí, se reconoce que estas emociones, afectan la vulnerabilidad de las personas a contraer enfermedades.

Así mismo, se investiga si las emociones positivas son beneficiosas a la hora de la recuperación de las enfermedades. Ósea que a la hora de hablar de positivo o negativo, estamos hablando de la calidad de las emociones en contraste a un marco de referencia que produce beneficio o perjuicio a nosotros mismos, al ambiente y a los demás, ya que nuestra manifestación psíquica tiene influencia en quienes nos rodean y en sus respuestas emocionales frente a las vivencias compartidas.

Ahora bien ¿Qué hace a una emoción positiva o negativa? Si respondemos la pregunta en relación a este ejemplo presentado, podemos afirmar que esta definida por el impacto que esta tiene sobre nuestra salud, pero en realidad esa es la consecuencia de esas emociones en nosotros mismos.

Dentro de la misma idea, un hecho traumático es un hecho negativo, en relación a las emociones, sentimientos o estados afectivos que experimenta quien lo provoca y también en relación a lo que siente quien lo experimenta como victima. Pero si vamos a lo general, lo que determina la positividad o negatividad es el beneficio en bien o mal que el clima interno de una persona produce sobre los demás, el ambiente y sobre si mismo.

Idealmente podemos considerar que cuando la actividad de la estructura superior de nuestra personalidad, conformada por la actividad mental y la voluntad, asume un estado funcional, sin que se repriman nuestras tendencias, sentimientos y emociones, pero manteniendo una posición jerárquica de autocontrol y adaptación de esos aspectos hacia un clima interno positivo, podemos alcanzar el equilibrio y la adecuación respecto al ambiente que nos rodea, ya que sin impedir la fluidez emocional, sin negar nuestras tendencias y a través del entendimiento mental, hallaremos los caminos adecuados, en armonía con el ambiente y los demás, para satisfacer lo que consideraremos nuestras necesidades de vida, en función de lo que percibamos de lo externo y tendremos la fuerza emanada de la voluntad para poder transformar aquello de nosotros que identifiquemos como desadaptado o negativo.

Otro aspecto importante es comprender que existe en el equilibrio, no una funcionalidad estática y rígida, sino una interacción dinámica entre lo profundo de nuestra personalidad conformada por nuestras necesidades físicas, nuestras tendencias, la actividad del aspecto emocional sensorial, la actividad del aspecto mental y la voluntad, en vinculación con el ambiente en forma fluida, que se asemeja análogamente a la existencia de un hilo conductor que vincula y equilibra todos los estratos internos y hace que cada uno de ellos adopte una funcionalidad o estado, con cierta variabilidad, en vinculación y compensación con los otros estratos, en función de la dinámica del ambiente y manteniendo a su ves, cierta senda estable que seria el equilibrio dentro de ese margen de variabilidad y adaptación.

Podemos afirmar que mediante la estructura superior de la personalidad y por medio de la capacidad de autopercepción, el entendimiento y la voluntad, se llega a tomar contacto con los filamentos íntimos en que se apoyan las respuestas emocionales que tengamos, permitiéndonos percibir, la calidad de esas respuestas, cuales son nuestras tendencias y como se produce y expresa nuestra conducta, en síntesis, podemos tener un acabado conocimiento de nuestra persona y nuestro clima interno a través de nuestro entendimiento derivado de la actividad mental, pudiendo lograr deducciones al respecto de nosotros mismos lo mas objetivas y realistas posibles.

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