Como comentamos en los artículos anteriores sobre el inconsciente, la sucesión de tipos de sueños a lo largo de la vida de un ser humano, según las investigaciones del Dr.Carl Gustav Jung, muestra cierto patrón coherente en relación a los símbolos que se expresan y en dicho patrón se representa el proceso inconsciente de desarrollo psíquico. Cada etapa de la vida, desde el punto de vista de la psicología analítica, tiene presente cierto tipo de simbología inconsciente asociada e implica la presencia de un arquetipo.
En todas las etapas de la evolución de la humanidad y en cada cultura humana, desde la época primitiva hasta la actualidad, el proceso de desarrollo psíquico tiene en términos generales los mismos determinantes y expresión simbólica inconsciente asociada, que se expresa en un contexto ambiental y cultural distinto y evidencia las mismas problemáticas y conflictos a resolver por los seres humanos como ente individual y como conjunto que conforma una sociedad y que realiza su experiencia de vida en un entorno natural físico.
En dicho entorno los seres humanos conformamos una cultura, una organización y compartimos una incógnita al respecto de la finalidad de la vida, aspecto que va mas haya de la influencia interna de los instintos básicos. El hecho de que los seres humanos estemos dotados de entendimiento y voluntad como estructura superior de la personalidad, que constituye el instrumento funcional de nuestro consciente, implica la capacidad de, no solo entender una realidad compartida con otros seres humanos, sino también tener la posibilidad y capacidad de ir gradualmente accediendo a lo desconocido en relación a la finalidad de la existencia, proceso que implica o implicará la presencia de fuerzas opuestas y conflictos en nuestro interno como motivo o llamado de iniciación hacia un proceso de introspección y autoconocimiento.
Es común que frente a la existencia de esos conflictos y fuerzas opuestas en nuestro interno, proyectemos hacia lo externo las causas de esos conflictos, proceso en el que tiene influencia la orientación hacia lo externo de nuestra actividad psíquica, analizada en el apartado anterior y la falta de contacto con nosotros mismos. Para la resolución de esos conflictos y con el objeto de alcanzar una personalidad equilibrada, se hace necesario alcanzar un acceso y armonización con los contenidos de nuestro inconsciente que a través de los sueños se hacen presente en nuestro consciente.
En este apartado abordaremos los aspectos relacionados a lo inconsciente en lo individual y al simbolismo presente en el proceso de desarrollo psíquico, el cual implica la armonización del ego consciente con el denominado “si mismo” o totalidad de la psiquis, que implica el conocimiento y la vinculación funcional armónica y equilibrada entre el ego consciente y el inconsciente como aspecto desconocido de nuestra personalidad.
Podemos afirmar a esta altura del análisis que el ego es la parte consciente de la psiquis que emerge con la evolución gradual de la humanidad, de una totalidad a la que el Dr Carl Gustav Jung denomino el “si mismo”. Desde cuyo núcleo fluye el desarrollo psíquico y donde existen contenidos que, perteneciendo a nuestra psiquis son inconscientes.
El “Si mismo“ contendría un centro organizador encargado del proceso inconsciente de desarrollo de la personalidad, muchas culturas a través de las edades hicieron referencia a este centro, por ejemplo los griegos, los romanos, los egipcios. Muchas culturas primitivas lo asociaban a un animal, cuyo espíritu era un guía que poseía una energía superior y creadora, que iluminaba y guiaba desde su interior la existencia, también corrientes de pensamiento que podríamos denominar transpersonales, consideran la existencia de un ego superior, del cual el ego consciente, es una partícula que se proyecta desde este y del cual proviene la energía que guía y alimenta al ego consciente.
Simplificando, podemos apreciar que al margen de las diferentes interpretaciones se puede entender que desde el punto de vista de la hipótesis presentada en los artículos anteriores sobre el inconsciente, puede interpretarse que:
- Este núcleo, perteneciente al si mismo o ego superior, tiene contenidos de una calidad positiva y superior a lo sensorial físico.
- Cuando el ego consciente logra una calidad afín a su energía, facilita la armonización y el acceso natural de los contendidos superiores al consciente, tal lo ejemplificado por el tipo de actividad psíquica del pueblo Naskapi, en el cual la pureza de su experiencia en contacto directo con la naturaleza y sin contaminación de la civilización moderna, hace que el ego consciente no este contaminado con contenidos sensoriales y negativos que lleven entropía a esa necesaria conexión.
- El ego superior tiene jerarquía sobre el ego consciente y lo orienta dentro de toda la infinidad de estímulos sensoriales que provienen de la percepción de lo externo, fortaleciendo la voluntad, la actividad de la estructura superior y el equilibrio funcional de todos los estratos de la personalidad.
- Estableciéndose la conexión y armonización los seres humanos contamos con los recursos para orientarnos al estado de equilibrio psíquico y de evolución hacia el desarrollo de una personalidad madura, equilibrada y sana.
Desde este punto de vista, los trastornos psíquicos serian la interrupción o entropía que altere el contacto básico necesario que tiene que establecerse entre el ego consciente con la totalidad de la psiquis o ego superior, para que el ego consciente este fortalecido, equilibrado y no quede librado a la influencia de reclamos externos, sensoriales o perturbadores, sin un objetivo claro de desarrollo de la vida.
Esta interrupción o entropía señalada, puede originarse por las causas que originan las afectaciones psíquicas, ya sea por causas biológicas, ambientales o por influencia de traumas. Aquellos contenidos traumáticos que el ego consciente no acepta, conformarían los contenidos que desde el inconsciente individual perturban los constructos psicológicos, conflicto que impide el armónico contacto con el si mismo o ego superior y que es también una oportunidad de superación personal, que permita el adecuado contacto.
El ego consciente oficia como una proyección para la vinculación en lo físico del ego superior y el instrumento o vehiculo que asimila el entendimiento de las vivencias humanas es la estructura superior de la personalidad. El desarrollo de una personalidad madura y equilibrada, se alcanza mediante el contacto armónico entre el ego conciente y ego superior, adquiriendo una funcionalidad como totalidad, al servicio de un proceso de autorrealización que permita el autoconocimiento de los aspectos desconocidos de nosotros mismos.
Desde un punto de vista universalista significaría la trascendencia del ego conciente por sobre sus reclamos inmediatos, para permitir alcanzar un clima interno positivo y sutil. La influencia del tipo de nuestra actividad psíquica orientada hacia lo externo material, en detrimento del contacto con nosotros mismos, que se analizo en el apartado anterior, otorga mayor relevancia y prioridad a los reclamos del ego conciente que se encuentra impulsado hacia lo externo. Este proceso exacerba en el aspecto emocional sensorial las tendencias y aspectos primitivos relacionados con la actividad propia del núcleo instintivo afectivo de nuestra personalidad.
De esta forma se facilita que se haga una especie vinculación entre estos aspectos primitivos asociados a lo instintivo con los aspectos sensoriales que se encuentran en el entorno social, obstaculizándose así el contacto con aspectos internos de nosotros mismos derivados del ego superior y que deberían ser jerárquicos en nuestra personalidad. Incluso lleva a que la estructura superior de la personalidad tienda a estar al servicio de esa asociación interna y pierda capacidad para estar al servicio de la autopercepción de aspectos de calidad negativa en nuestra actividad psíquica, como por ejemplo con el egoísmo, aspectos negativos que por la influencia del proceso analizado, quedan relegados al inconsciente.
Como resultado de esta asociación los aspectos negativos no son percibidos conscientemente, forman parte de nuestra psiquis, influencian nuestra actividad consciente y son determinantes de nuestra conducta. Citamos como aspecto negativo solamente al egoísmo, para comprender la totalidad de los aspectos negativos que pueden influenciarnos y su relación con el desenvolvimiento de la vida, recomendamos la lectura del libro conocimiento de la vida de Madu Jess.
Desde el punto de vista de la hipótesis presentada en los artículos anteriores sobre el inconsciente, el proceso analizado implica una vinculación a un campo o espectro psíquico de contenido sensorial que adquiere una intensidad e influencia fuerte para todos los seres humanos, debido a que ese campo psíquico estaría conformado por el aporte de contenidos afines, producto de la actividad interna de prácticamente la humanidad en su conjunto desde sus orígenes.
Esta tendencia constituye en la actualidad, la persistencia en la actividad psíquica y conjunta, de aspectos primarios y primitivos que se expresan actualmente en un medio social complejo, pero que están impulsados en el interno nuestro, por la misma actividad psíquica con la que impulsaban al hombre primitivo que poseía una estructura superior de la personalidad rudimentaria y poco desarrollada.
En síntesis, esta tendencia analizada significa para los seres humanos actuales un defasaje entre nuestro aspecto intelectual y nuestro aspecto moral, que deriva en que se plasmen en la vida humana los problemas sociales que pueden observarse en la dinámica social actual.
La influencia que tiene esta vinculación mencionada con los trastornos psiquiátricos y psicológicos, podemos observarla en aquellos padecimientos que afectan el entendimiento, la voluntad y que incluyen aspectos sintomáticos como comportamientos adictivos o compulsivos por ejemplo, influye en la presencia de desordenes que en la conducta se expresan como impulsos en relación a apetitos materiales, e incluso el desorden de apetitos materiales también conduce a trastornos psíquicos.
Por ejemplo en una nota presentada en el año 2001 por el Dr. Juan Carlos Valderrama Zurián y la Dra. María Purificación de Vicente Manzanaro de la unidad de Conductas Adictivas de la Conselleria de Sanitat Generalitat Valenciana en Alicante. Comentan que evidenciaron que la relación existente entre trastornos psiquiátricos y el consumo de alcohol es de carácter bidireccional, uno desencadena al otro y viceversa, siendo en este caso una patología dual que viene definida por la relación de todas las sustancias de posible abuso y dependencia, con determinados trastornos psíquicos. Por ejemplo para el caso de la relación trastorno de ansiedad / consumo de alcohol, es comprensible que una persona alcohólica no debe ser a la fuerza una persona ansiosa y una persona con trastorno de ansiedad, no tiene porque tener un problema de abuso o dependencia del alcohol.
Pero es real que muchos pacientes afectados de trastorno de ansiedad usan el alcohol como una forma de tratar su enfermedad y alejarse de sus problemas internos e incluso el consumo de alcohol que realizan los pacientes alcohólicos es el origen de un posible trastorno de ansiedad. Se efectuaron estudios que indicaron que en pacientes con trastornos de ansiedad la adicción al alcoholismo se sitúa entre el 15-33%.
En la gran mayoría de esos pacientes el trastorno de ansiedad aparece con anterioridad a la dependencia al alcohol, debido probablemente a que estas personas utilizan esta sustancia como un medio de autotratamiento para intentar disminuir las manifestaciones de ansiedad debido a las propiedades ansiolíticas del alcohol. También se comprobó que en personas con trastornos de alcoholismo aparece un síndrome de ansiedad, en una relación, según los estudios entre el 23% y el 69%.
También según la opinión de la Dra.García-Parés Jefa del área de hospitalización de adultos y urgencias Psiquiatrícas del Servicio de Salud Mental de Parc Taulí Barcelona. Entre el 43% y el 67% de los consumidores de drogas sufren trastornos psiquiátricos que coexisten con otros trastornos de personalidad. García-Parés, ha participado en una jornada sobre Esquizofrenia y Opiáceos organizada por la Academia de Ciencias Médicas y ha asegurado que el 67% de las personas adictas a opiáceos presentan un cuadro de trastorno mental, al igual que el 54% de los consumidores de cocaína y un 40% de los que toman éxtasis.
Según esta especialista, no todos los que consumen drogas son igualmente vulnerables ante la esquizofrenia, sino que tienen más tendencia a sufrirla aquellas personas que tienen predisposición genética y antecedentes de familiares con trastornos psicóticos. Ha destacado, sin embargo, que hay drogas que son más nocivas a la hora de fomentar el desarrollo de la enfermedad, como la cocaína / metanfetamina, los alucinógenos o el alcohol.
Los trastornos psiquiátricos graves más habituales en estos consumidores están relacionados con el estado de ánimo y de ansiedad, y un diagnóstico frecuente es el de Trastorno de la personalidad antisocial. La doctora García-Parés ha explicado que en algunos casos los pacientes utilizan las drogas para compensar síntomas por excesos como hiperexcitación o alucinaciones, o por defecto, como apatías, anhedonia, retracción social, etc, que son consecuencia de la enfermedad.
En relación a costumbres o actividades en que no intervienen sustancias puede encontrarse la misma relación, de acuerdo a la definición de Rozanne W. Faulkner, autora del libro Therapeutic recreation protocol for treatment of substance addictions, la adicción es «un trastorno serio y progresivo que implica la autoadministración repetida de una sustancia o un proceso para evitar las percepciones de la realidad a través de la manipulación de los procesos del sistema nervioso» ósea es un proceso en que la persona se vuelca hacia lo sensorial y que gradualmente produce una habituación . Esto produce, en consecuencia, un daño en el equilibrio del funcionamiento bioquímico del organismo y una pérdida de la habilidad para relacionarse con el mundo exterior sin el uso de la sustancia o proceso seleccionado.
Las adicciones son enfermedades crónicas y en estudios de la Organización Mundial de la Salud (OMS) indican que una de cada cuatro personas sufre trastornos de la conducta relacionados con las nuevas adicciones, que se suelen iniciar con una conducta ocasional que aumenta de frecuencia hasta convertirse en patológica. La comorbilidad con las enfermedades mentales es frecuente y pueden ser previas o consecuencia de la adicción, como son la depresión, trastornos de la personalidad o enfermedad bipolar. Entre las principales adicciones sin sustancia se encuentran el juego patológico o ludopatía, las compras compulsivas, la adicción al trabajo y la adicción a Internet.
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