Desde el punto de vista psíquico la maternidad implica un estado de consciencia especial que impregna de amor y afecto la percepción de una mujer, es uno de los estados más importantes que puede experimentar un ser humano que aflora a la consciencia desde la concepción y continua presente de por vida.
La madre agudiza su intuición respecto al niño al nivel de una especie de sexto sentido que le permite percibir lo que siente y desea su hijo, se desarrollan lo que se denomina osciladores adaptativos, que podrían definirse como relojes del organismo que permiten la coordinación y sincronización de acciones entre personas, en este caso entre madre e hijo que implica como una vinculación funcional del estado mental y emocional sensorial de características no verbales como hemos analizado en los apartados sobre el desarrollo.
Desde el momento de ser madres las mujeres tienen que lograr un adecuado equilibrio entre las necesidades de sus hijos, sus propias necesidades personales, el resto de las relaciones familiares que tiene y el proyecto de vida común familiar del que están formando parte.
Existen muchos casos en que las madres no tienen suficientes recursos económicos o sociales que proporcionar a sus criaturas, en estas condiciones, muchas madres tienen que hacer enfrentarse a realidades exigentes.
Es común que las madres tengan una ansiedad asociada a la responsabilidad que sienten sobre la crianza de sus hijos y en especial cuando se trata del primer hijo y que busquen apoyo relacionándose e intercambiando información y experiencias respecto de la maternidad con otras mujeres que también son madres y con aquellas que ya tengan más experiencia, conformando de manera natural en muchos casos, verdaderos grupos de encuentro que ofician como grupo de apoyo o autoayuda para reducir esa ansiedad.
Por lo tanto existe entre madre e hijo una fusión especial que constituye la condición básica para el establecimiento natural de la vinculación simbiótica inicial, básica y necesaria en la etapa previa al proceso de diferenciación, proceso durante el cual el niño depende absolutamente de otros y específicamente de su madre. Pero lo más importante en esa diada que se conforma entre ambos, es el amor y afecto con que se impregna el aspecto emocional sensorial de la madre y que lo brinda a su hijo, al margen de las verbalizaciones y palabras, ya que para el niño constituye el ambiente a través del cual ingresa a la vida.
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