Inicio de prácticas
Esta fase coincide, como ya mencionamos, con la etapa que señala el Prof. Dr Phillips Lersch como la expresión del impulso vital, expresión que proviene de la actividad del fondo vital, estrato profundo de la personalidad relacionado a lo somático y que pertenece al aspecto emocional sensorial, específicamente a estratos inmediatos y superiores al núcleo instintivo afectivo desde donde se construye la personalidad. En esta fase los niños ya con locomoción comienzan a explorar el entorno y los objetos, cuando se cansan o reciben del entorno una sensación agresiva retornan al contacto físico con la madre para buscar contención.
Acercamiento y crisis de acercamiento
El niño en esta etapa comienza a desarrollar su individualidad respecto de la madre y a su ves anhela y necesita su afecto y contención, comienza a entender que sus deseos no coinciden exactamente con los de la madre y empiezan los conflictos con ella, siendo en esta etapa en donde asimila el símbolo semántico del no. Comienzan a enfrentarse los deseos de estar cerca de la madre y de querer separarse para explorar, de querer complacerla y el enojarse con ella cuando no coincide con sus deseos y emerge una especie de crisis dentro de esos deseos entrecruzados.
En esta etapa es clave el equilibrio de la madre y sus respuestas emocionales al respecto de las reacciones del niño, la capacidad equilibrada para dar libertad y contención necesaria para reducir la tensión emocional que tenga el niño ante la crisis, medio a través del cual adquiere el niño la educación emocional que le permite regular las emociones en el futuro.
Los mecanismos de defensa del ego consciente comienzan su función protectora de la angustia y el dolor en la funcionalidad psíquica, estos mecanismos ayudan a la adaptación y el tipo de mecanismo que tomara predominancia en la funcionalidad psíquica del niño dependerá de las características del niño, como también de la respuesta que hacia él tengan sus padres.
Dentro de esta fase puede gestarse la adquisición de la organización borderline de la personalidad según los autores que proponen que un trauma en esta etapa es el origen etiológico del trastorno límite de la personalidad. La organización borderline de la personalidad no solo puede desarrollarse por efecto de un trauma sino que también por un deficiente nivel de comunicación y apoyo familiar, por ausencia o incluso por sobreprotección.
Si se analiza la personalidad limítrofe puede apreciarse que tanto la identidad, como la constancia objetal influyen en el temor al abandono y en la estabilidad de la identidad que se forja en esta etapa y la siguiente, donde se logra la constancia objetal, estos rasgos son propios del trastorno límite de la personalidad.
Ante un tipo de interacción traumática, que no respete las necesidades del niño o sea desequilibrada, los precursores de la defensa mencionados predisponen al establecimiento y fijación en la personalidad de mecanismos de defensas no adaptativos como la disociación y estos se establecerán en la funcionalidad de la personalidad en el adulto.
Cabe señalar que en esta etapa todavía no se ha desarrollado en su totalidad la capacidad de integrar las experiencias buenas y malas que percibe el niño en las interacciones con la madre, como por ejemplo en la contención y el trato amoroso por un lado y por ejemplo la puesta de límites al respecto de actos riesgosos que realice, que para la percepción del niño no se integran efectivamente y la madre es sentida alternativamente como buena o mala. Una ausencia de desarrollo en esta etapa, debido al efecto de un trauma, contribuye a la característica de la personalidad limítrofe que oscila entre la idealización y devaluación de los demás.
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