Se desarrolla entre el sexto y noveno mes y se caracteriza por un avance al respecto de la asimilación del entorno a medida que el desarrollo neurológico permite la percepción diacrítica y la adquisición de esquemas básicos para el entendimiento mental del entorno. En esta etapa al aumentar la capacidad de percepción del mundo se dan los primeros indicios de una incipiente autopercepción y se dan los primeros pasos para alcanzar la constancia objetal.
Como parte del instinto social o gregario el niño busca establecer vínculos afectivos con personas particulares, es propio de la especie y una necesidad fundamental para el desarrollo humano, aspecto que se mantiene en la edad adulta y hasta la vejez, empezándose a forjar en la relación con la madre y extendiéndose posteriormente a otros seres humanos una ves que el niño percibe una base segura que implica la contención materna y familiar. Aspecto en el cual la constancia objetal tiene influencia decisiva, que implica, como veremos en líneas siguientes, la capacidad mental y afectiva de conservar la imagen de la madre cuando ella se ausenta.
Según los conceptos Mahler en esta etapa comienza a disminuir la dependencia corporal respecto de la madre y se acrecienta el desarrollo de funciones psicocomotrices, permitiendo y facilitando el aprendizaje y asimilación al Ego consciente del entendimiento del ambiente externo. La diferenciación respecto del cuerpo de la madre se logra en la interacción con ella y a través de la exploración visual y táctil del rostro y el cuerpo. En esta etapa es donde se producen las primeras respuestas ante extraño como por ejemplo la angustia del 8vo mes que señala el inicio de una relación especial con la madre.
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