Desde el inicio del año 2012 con el cambio de Gobierno, han sido muchos los viernes sucesivos en los que, diferentes medidas se han tenido que aprobar encaminadas a seguir la senda que Europa nos imponía para paliar la crisis, y sobre todo, como demostración a que se estaba realizando los esfuerzos necesarios para disminuir el Déficit Presupuestario, el cual se ha originado ante la drástica caída de ingresos y los constantes gastos que hasta el momento se estaban soportando desde el sector público.
- Incremento del precio tarifario en el consumo eléctrico a fin de poder reducir el déficit originado por dichos suministros.
- Incremento de impuestos indirectos y directos (IVA, IRPF, etc).
- Reforma laboral con reducciones ante indemnizaciones por despidos, así como otras medidas en este ámbito.
La verdad, podríamos continuar con esta larga enumeración de medidas que, solamente conseguirán llevarnos a incrementar una lista que tanto los ciudadanos de clase media, así como las empresas día a día están sufriendo. Pero lo peor de todo es que, conocemos el final de dichas medidas recaudatorias, y estas no se están consiguiendo como realmente se fijaron; y es que es básico: “si cae el consumo, se incrementa el número de parados, y el número de empresas se reduce, esto contribuirá a que, los ingresos por IVA, los ingresos por IRPF, las cotizaciones a la Seguridad Social, acaben por minorarse”. Es por tanto que, los ajustes adoptados, desde mi punto de vista, están siendo necesarios pero no desde la senda adecuada: “La reducción de los gastos de estructura” y el decremento realmente efectivo sobre estas partidas, que durante las últimas décadas se han ido creado en el complejo entorno estructural del Estado.
Porque antes de continuar, a qué denominamos bajo el concepto Gastos de estructura: Pues a todos aquellos gastos cuyo coste es soportado por el Estado y cuya finalidad es la de prestar un servicio a los ciudadanos o mandatarios de este para ejercer sus funciones, este matiz es muy importante; posteriormente encontraremos su relación.
En la actualidad, el Presupuesto del Estado mantiene diferentes partidas como son: mantenimiento de edificios públicos donde se están llevando actividades cuyos beneficiarios son los ciudadanos, no obstante el principal ápice a estudiar es si estas funciones se realizan de un modo complementario a otras desarrolladas, o por consiguientes son iguales y, por tanto existe duplicidad de las mismas en unos u otros organismos, siendo lo único que conseguimos no aumentar la prestación de un servicio sino incrementar el coste de este sin ser realmente eficiente, está claro, si una misma gestión se realiza en edificios contiguos pero denominados de forma diferente:
Ayuntamientos, Consejerías o Diputaciones los ingresos serán siendo iguales frente a un gasto triplicado. Del mismo modo, para que estas tareas se desarrollen, son necesarias personas, las cuales no siempre han accedido mediante la aprobación de un examen cuya oferta se realizó por oposición pública sino por el contrario porque conocían a alguien con poder suficiente para adjudicarle dicho puesto, y lo peor de todo, es que en su gran mayoría, dichas personas no tenían cualificación necesaria. A estas partidas añadamos esa amplia flota de vehículos los cuales hay que mantener, todos ellos de lujo, claro está, porque desde que se puso de moda que cualquier mandatario fuese de la categoría que fuese, necesitaba un coche oficial y sobre todo blindado, pues la flota oficial de vehículos se engrosó hasta tal punto que a día de hoy son muchas las subastas para desprenderse de tales medios de transporte ante la imposibilidad de soportar su mantenimiento. A este sinfín de gastos enumerados, añadimos, inmensidad de asesores que los Gobiernos necesitan y cuyos sueldos no son nada bajos; hago una reflexión, si un partido tras ganar unas elecciones necesita nombrar a sus Ministros y posteriormente estos conforman a su equipo de trabajo, ¿es necesario tener un gabinete en el que se sumen por centenas las personas elegidas para determinar las decisiones de su competencia? O por el contrario ¿es que los que están no se consideran lo suficientemente capacitados que necesitan añadir más personal para cubrir esas decadencias? Y qué decir de la inmensidad de subvenciones a Sindicatos, Partidos políticos, y así hasta completar un largo etcétera.
En definitiva, nos encontramos en un momento donde, el resultado a todo esto se reduce en la preocupación por la prima de riesgo (variación del bono español frente al alemán) algo totalmente especulativo y cuya variación depende de declaraciones o acciones llevadas a cabo o desde el País o desde la propia Europa, la colocación de la deuda en la subasta pública a unos buenos tipos de interés, últimamente muy lejanos y superiores a los del mercado, todo ello por el excesivo endeudamiento que soportamos y sobre todo destinado a financiar el Déficit Presupuestario, pero ¿Cuándo vamos a atajar de una vez por todas esta situación reduciendo aquello que realmente no aporta nada más que un incremento del gasto para los presupuestos y cuya productividad es nula? Está claro que el motor de nuestra economía no son estas partidas, sino empresas, empresarios, trabajadores y funcionarios, profesión muy criticada aunque muy necesaria en nuestra funcionamiento como País, aunque eso sí, aquellos que por méritos propios y realmente capacitados han conseguido una plaza pública en igualdad de condiciones que el resto de opositores. Mientras no nos concienciemos de todo esto ni se incrementará los ingresos, ni se activará la economía, ni por supuesto, se reducirá la tasa de paro tan elevada que actualmente mantenemos y lo cual está llevando al País a atravesar una de las recesiones más importantes a lo largo de la historia.
Planteemos una reflexión ¿Por qué en lugar de asfixiar al tejido empresarial no se fomenta el crecimiento de una cultura entorno a este? ¿Por qué en lugar de adoptar pequeñas decisiones nada significativas, nos volcamos realmente en estos sectores que son los que conseguirán llevarnos a una senda de crecimiento? ¿Existe una cultura empresarial entre los ciudadanos españoles o frente al emprendimiento empresarial se opta por el acceso a una plaza pública, motivada por las favorables condiciones laborales que hasta ahora se han mantenido? ¿Cuándo un partido político acabará con los costes superfluos que no consiguen nada más que ralentizar la salida a la situación económica, sin preocupación de críticas o acciones que se lleven a cabo, siempre que se adopten estas medidas desde la legalidad?
En el fondo, no atravesamos una crisis económica en su más sentido estricto de la palabra, sino a mi entender, una crisis de valores, dónde el esfuerzo, el reconocimiento al trabajo, productividad, deben ser recompensados, cosa que hasta el momento aún no hemos conseguido y hasta que no consolidemos estos pilares como funcionamiento en nuestra economía el resultado es el que tenemos.
Pingback: Bitacoras.com