Príncipe de la paz

En 1795 recibió este honor Manuel Godoy, favorito del Rey Carlos IV y, aún más, de su esposa, la Reina María Luisa de Parma. La Historia demostró el desacierto de ese título, pues se «dejó engañar» por el ambicioso Napoleón Bonaparte, que invadió nuestro país, sumiéndolo en la miseria, el hambre y la guerra. Zapatero, cuando llegó al poder (de aquélla manera), quiso emular a Godoy y se erigió como el Príncipe de la Paz del siglo XXI, pues retiró las tropas de Irak tras el No a la Guerra tan manido por artistas que, no sé por qué, callaron cuando ZP enviaba nuestras tropas al Líbano, Afganistán y, ahora, a Libia. Como Licenciada en Historia, para mí todas las guerras son iguales, independientemente de su legalidad o no, pues al final, es el pueblo el que sale perdiendo y son los soldados los que mueren, a pesar de ir en «misión de paz». ¿O es que no nos acordamos de aquellos valientes soldados españoles fallecidos desde que ZP llegó a La Moncloa? ¿Cómo puede morir alguien que defiende a un país cuyo Presidente se vanagloria de ser denominado por algunos medios como Príncipe de la Paz? Vaya por delante mi admiración y respeto a las Fuerzas Armadas Españolas, cuyo trabajo valoro más que cualquier otra cosa.

Si ZP o sus centenares de asesores hubieran leído un poco de Historia, no habría cometido el error de alzarse orgulloso como Príncipe de la Paz. Es más, si no hubiera tirado por tierra todo lo que el Gobierno anterior hizo por la ilegalización de ETA, quizá España estaría dirigida por otro partido político, pero es que su ambición (escondida como lobo en piel de cordero) le llevó a creer que, realmente, sería recordado por la Historia como el Príncipe de la Paz que acabó con la banda terrorista. Aunque, más bien, la Historia lo recordará como el gobernante que necesitó la ayuda del terrorismo para ganar las elecciones en 2004 y ser reelegido cuatro años después, tras el asesinato de uno de los suyos, lo que conmovió a la población. Si mis palabras resultan duras al lector, mejor que no siga leyendo.

Únicamente expreso mi descontento con este Presidente, que mintió a los ciudadanos sobre la crisis (tardó más de dos años en pronunciar dicha palabra), que ha sumido a nuestro país en la miseria con cinco millones de parados, a quienes importa más poder comer diariamente que lo que un tal Gadafi esté provocando en el ámbito internacional. Al igual que Godoy (el verdadero Príncipe de la Paz), Zapatero ha engañado al pueblo y a sus votantes, entre los que, afortunadamente, no me encuentro. Y digo afortunadamente, porque tras el 14-M en que ZP fue elegido Presidente, me sentí humillada y criticada por no compartir sus ideas y haber votado a la oposición, recibiendo acusaciones tan graves como las que tuvo que oír Aznar en el funeral por las víctimas. A día de hoy, puedo ir con la cabeza bien alta porque yo no contribuí al desastre que asola España desde que ZP nos gobierna. Otros muchos, que incluso ahora estén en el paro gracias a la gestión del Príncipe de la Paz, no podrán hacer lo mismo.

Para terminar, aliento a todos aquellos que, como yo, intuimos el desgobierno y el desastre al que nos llevaría el PSOE. Ya queda menos para que al cerdo le llegue su San Martín. Y, a buen entendedor, pocas palabras bastan.

Artículo enviado por: Blanca Navarro

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