Desarrollo, infancia y trauma. Trastornos de conducta

Se considera que un trastorno de conducta puede ser una respuesta pasajera en el curso del desarrollo de un niño. Sin embargo hay que prestar especial atención en el caso que las respuestas de conducta desadaptativa sean frecuentes y estén enmarcadas dentro de otras expresiones patológicas en el mismo niño. Lo que marca la diferencia es la persistencia y la inflexibilidad del síntoma como señal de establecimiento de un trastorno.

La mentira

La mentira en el niño no es tal en realidad, es una expresión normal de la fantasía inofensiva, pero evidencia un alerta cuando en el niño ya en edad más avanzada se torna repetitiva, ya que evidencia una posible alteración del sentido de la realidad a la que el niño le esta adicionando elementos de su propia fantasía, debido a una finalidad motivada por un conflicto interno, adquiriendo así una característica de fabulación que puede tratarse de una respuesta egosintonica, ósea que el niño no perciba que miente y sea una expresión defensiva y patológica de su psiquis.

Los padres en los primeros casos de expresiones de mentiras deben colaborar explicando lo necesario para que el niño discrimine entre lo real y lo ficticio, no castigar al niño buscar que desde el entendimiento discrimine la diferencia, tratar de deducir las probables causas que la motivan y reforzar de forma positiva la verdad.

El hurto

Los niños defienden sus pertenencias como juguetes o golosinas y tratan de acercarse a aquello que les llama la atención, a medida que el aspecto ideal se desarrolla desde los cinco años en adelante, el hurto debe ser algo no aceptable y reconocido como una falta y transgresión a las normas sociales. En caso de evidenciarse como una conducta repetitiva sin control se puede estar en presencia de una cleptomanía que evidencia un déficit en el control de los impulsos, en este caso del impulso de atracción que le provoca al niño el objeto hurtado por sobre los valores sociales asimilados en el aprendizaje familiar.

La crueldad con los animales

Muchos niños que tienen actitudes crueles con los animales han sido tratados de idéntica forma por sus familiares y por lo tanto la violencia se convirtió en una forma de relación percibida y aprendida, donde el más débil es agredido por el más fuerte, interviene en esta respuestas la imitación, así como una identificación con el agresor.

Por lo tanto la evidencia de maltrato hacia animales reviste especial gravedad y más cuando se trata del propio animal del niño, estaría evidenciando una preponderancia de impulsos agresivos y de ausencia de tendencias y emociones hacia el prójimo que de no recibir tratamiento pueden instaurarse en la personalidad adulta y en los casos de mayor gravedad extrema podría derivar en tendencias homicidas.

Cabe aclarar que hay que diferenciar entre la conducta sádica antes descripta y los descuido o incluso los juegos agresivos que un niño tenga con animales y hasta incluso las travesuras en grupo en donde por ejemplo casan algún tipo de animal, el caso señalado que reviste gravedad responde a reales evidentes repetitivas de respuestas y conductas crueles y sádicas.

2 comentarios en “Desarrollo, infancia y trauma. Trastornos de conducta”

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  2. ¡Qué triste, he visto algunos niños con al menos uno de estos comportamientos, los padres generalmente no pueden hacer frente a las actitudes y el reproche, una vergüenza

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